Maria Montessori (1870-1952) nació en Chiaravalle, Italia. En un comienzo se interesó por las matemáticas y luego por la medicina. Fue la primera mujer en practicar medicina en Italia. Se interesó por la educación de los niños con discapacidad mental y estudió a dos pioneros en el campo, Jean Itard y Edouard Séguin.
En 1901 fue designada directora de una clínica psiquiátrica asociada a la Universidad de Roma dedicada al cuidado de niños con retrasos mentales. Allí puso en práctica la idea de un enfoque científico en educación, tomado de sus dos referentes y basado en la observación y la experimentación. En dos años logró que ocho niños del Instituto aprobaran el examen oficial de aptitud en lectura y escritura para niños normales de su misma edad. Este milagro que maravilló al mundo llevó, en cambio, a María Montessori a reflexionar sobre el estado de la educación general:
“En tanto que todo el mundo admiraba el progreso de mis niños discapacitados, yo buscaba las razones que mantenían a los niños de las escuelas comunes y corrientes en un nivel tan bajo, ¡que podían ser igualados en los exámenes de inteligencia por mis desafortunados alumnos!. Llegué a convencerme de que métodos similares aplicados a niños normales, desarrollarían o liberarían su personalidad en una forma sorprendente y maravillosa.”
Con esta convicción, y con el fin de prepararse para su nuevo rol de educadora, estudió Filosofía, Psicología, Educación y Antropología. La oportunidad de poner en práctica sus ideas llegó en 1907 cuando le ofrecieron formar una guardería de niños de entre 2 y 6 años en un complejo habitacional en San Lorenzo, un barrio muy pobre de Roma, habitado por familias de padres trabajadores analfabetos. La guardería se llamó Casa dei Bambini (Casa de los Niños).
María Montessori preparó un ambiente limpio, espacioso, ordenado, luminoso y trajo materiales que había usado en sus trabajos de psicología experimental para observar la reacción de los niños. En base a estas observaciones desarrolló nuevos materiales. Gradualmente observó una transformación en esos niños. En medio del abandono físico y afectivo en el que se encontraban, aquellos niños comenzaron a escribir y a leer sin intervención directa de ningún adulto, trabajaban sin interrupción ni obligación y no necesitaban ser disciplinados por nadie. El cambio en el comportamiento de los niños se trasladó también en sus casas, donde los niños buscaban reproducir el ambiente ordenado y limpio que tan felices los hacía en la guardería. El éxito de la primera escuela Montessori despertó gran interés por el Método Montessori en todo el mundo.
En 1909 Maria Montessori publicó su primer libro y comenzó una gira por el mundo.
En su gira por el mundo, incluye una visita a Argentina en 1926.
Fundó la Association Montessori Internationale (AMI) para preservar la integridad de su legado.
Durante el régimen de Mussolini, María Montessori se exilió en España y en 1936, ante la Guerra Civil Española, se mudó a Holanda.
En 1939 fue invitada a la India, donde permaneció hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En 1949 la Dra. Montessori volvió a Holanda donde vivió hasta que muere en 1952.
Muere en Noordwijk, Holanda. Sobre su lápida se puede leer la siguiente frase:
“Ruego a los queridos niños quienes todo lo pueden, que se unan a mí para construir la paz entre los hombres y en el mundo”.
En el centenario de la primera Casa dei Bambini se funda Fundación Argentina Maria Montessori con la misión de contribuir con la educación de los niños de Argentina y la región para que alcancen su completo desarrollo como personas a través de la difusión de los principios y la aplicación de las practicas desarrolladas por la Dra. Montessori en todo contexto, sobre todo en aquellos más vulnerables.
El 31 de agosto de 2012, en el 142º aniversario del nacimiento de María Montessori, Google le brindó un homenaje por medio de un doodle (garabato) especial.
Desde FAMM, los invitamos a recordarla a través de las palabras de su recientemente fallecida bisnieta Carolina Montessori (CLIC AQUÍ) y con las palabras que la misma Maria ofreció en San Remo en1949:
“Si verdaderamente consideramos que la educación es el desarrollo de las posibilidades latentes, en vez de usar la palabra educación, deberíamos adoptar otra: cultivar. El educador debe cultivar las potencialidades existentes en el niño para que pueda desarrollarlas y expandirlas. Es esencial aprovechar este período altamente sensible en la vida del ser humano, si se quiere mejorar a la humanidad. (..) Cultivar a la humanidad significa precisamente activar las energías psíquicas ocultas que existen en el niño, permitiéndole a esta flor de la humanidad a que se desarrolle con mayor riqueza y belleza. El gran secreto para una comunidad de mejores seres humanos consiste en el cultivo científico de sus mejores características. (..) No es necesario decir que antes de prepararse para este trabajo, el floricultor debe asegurarse de que tiene un entendimiento completo de la naturaleza y requerimientos de las plantas. particularmente, debe poseer un amplio conocimiento de las leyes de desarrollo, observar directamente sus manifestaciones y estudiarlas metódicamente; solo este estudio puede ser una AYUDA PARA LA VIDA.”